Juan Villalonga se quedó con las ganas de ponerse al frente del Valencia. El empresario lo tenía todo atado en la parcela económica para comprar las acciones de Juan Soler, pero también para poner en pie un proyecto deportivo de dimensiones faraónicas. El primer golpe de efecto que tenía listo Villalonga era llevar a Mestalla a Ronaldinho. Visto que en el Barça estaba claro que la venta era la única opción y que el Milan no se decidía a dar el paso definitivo, pero detrás hubieran llegado Van der Vaart, al que ya intentó fichar el Valencia la pasada temporada, y Dani Güiza. Era el trío de presentación de su Valencia, sin descartar que hubiera jugado a fondo la baza de Luis Aragonés para dirigir el equipo.

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