Hoy se cumple el aniversario más triste del fútbol español. Hace 365 días, Antonio Puerta fallecía en un hospital sevillano. Su joven corazón (apenas 22 años) no pudo superar los daños sufridos durante un partido jugado tres días antes en el Sánchez Pizjuán. La muerte de Puerta tiñó de luto al fútbol español y dejó al Sevilla y a la selección sin una de sus más firmes promesas.
25 de agosto de 2007. El Sevilla recibía al Getafe en el primer partido de la Liga 2007-08. La televisión llevó a cada rincón del país, en directo, la caída de Puerta sobre un fondo del Pizjuán. La mayoría respiró aliviada cuando vio al joven sevillano abandonar el césped por su propio pie. Desconocía que lo peor estaba por llegar.
Pronto trascendió que, en los propios vestuarios, sufrió cinco desmayos más, y otras tantas paradas cardio-respiratorias en el hospital Virgen del Rocío, esa misma noche. La situación, con gravísimos daños cerebrales, era irreversible. Tras interminables horas de angustia, la muerte del futbolista se certificó a las 14:30 horas del día 28.

Su minuto, su puerta, su imagen, son símbolos sagrados en Nervión. La memoria en este fútbol de hoy es frágil, pero su recuerdo reapareció con fuerza a finales de junio, durante las celebraciones tras la conquista de la Eurocopa. Ahí hubiera debido estar ahí Antonio, junto a su amigo Sergio. Pero la vida sigue. Ahora, esperamos a Aitor.

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